Sarah Ferguson —ex esposa del Príncipe Andrés de York— se encuentra en el ojo del huracán luego de que salieran a la luz correos electrónicos de 2011 en los que se dirigía a Jeffrey Epstein, condenado pederasta, como “mi amigo fiel, generoso y supremo”.  En el documento-correo, Ferguson manifiesta que el distanciamiento público fue “un error” y que su silencio obedecía a presiones externas, admisión que contrasta fuertemente con su discurso anterior de condena hacia Epstein. 

Como consecuencia inmediata, varias organizaciones benéficas con las que colaboraba han roto relaciones. Fundaciones reconocidas como Teenage Cancer Trust, Julia’s House, Prevent Breast Cancer, entre otras, anunciaron públicamente el cese de su patronato con Ferguson, calificándolo de “inapropiado” dada la nueva información. Además, expertos señalan que su reputación profesional podría sufrir daños irreparables, incluso afectando futuros acuerdos editoriales o apariciones públicas. 

Los correos filtrados indican que Epstein amenazó con demandar a Ferguson por difamación tras una entrevista en la que ella lo vinculaba con abusos sexuales. En los mensajes, ella afirma que actuó bajo presión y que su acción pública obedeció a proteger su carrera como autora de libros infantiles y filántropa. Mientras tanto, el Palacio de Buckingham y la Casa Real británica aún no emiten una postura oficial sobre su posición dentro del círculo de la familia real.

Esta revelación complica aún más el escándalo que envuelve al propio Príncipe Andrés por sus vínculos con Epstein, ya que implicaciones tangenciales alcanzan ahora a Ferguson, quien perdió su derecho de usar el título de Duquesa de York en su trato público.